Dimite... y vencerás

TODA ESTA FICCIÓN ES PRODUCTO DE MI CALENTURIENTA MENTE

- ¡Hola, Esther! Al final ¿vas a dirigir tú a esos cafres del sector F?

- Alexis, yo no sé qué voy a hacer hasta que hable con Crispina, que por cierto ¿está en su despacho?

- Creo que sí, pero decía que tenía prisa, que había quedado para hacerse la manicura o algo así.

- ¡Bueno, no la “molestaré” mucho tiempo!

- Si yo fuera tú, me andaría con mucho ojo, que esa gentuza te puede hacer sufrir bastante

- No hables así, Alexis, que son personas como tú y como yo

- ¡Como yo no! ¡Eso sí que no!

- ¡Bueno, voy a ver a Crispina!

- ¿Se puede, alcaldesa?

- ¡Hola, Esther, entra, entra! Pero date prisa que tengo que hacer muchas cosas hoy.

- Sólo era para preguntarte si ya habías visto las notas que te dejé y que considero imprescindibles para hacerme cargo de la representación municipal.

- ¡Bueno, sí las he visto! aunque creo que te pasas un poco con tantas peticiones sabiendo que no hay ni un duro. Es más, estoy esperando lo del OPAEF para terminar de pagar los salarios de este mes.

- Pero ¿cómo voy a meterme ahí sin tener claras las cuentas que debo fiscalizar para el ayuntamiento?

- Creo que no has entendido bien la situación. Sólo tienes que preocuparte de decirle a la junta de delegados lo que le queramos transmitir y decirme a mí lo que la junta de delegados quiera decir. ¡Nada más! Lisardo tuvo problemas por decir más cosas de las necesarias, por eso pretendemos que únicamente sirvas de intermediaria entre la junta de delegados y nosotros.

- Será entre la junta de compensación, que son todos, y nosotros ¿no?

- La junta de compensación la forman demasiada gente, así que lo que diga la junta de delegados, que son cuatro gatos, estará bien.

- Yo, así no puedo ejercer la labor que tendría que hacer. ¿No comprendes que como haya algún tipo de descuadre económico me pueden imputar a mí?

- Por eso no te preocupes, están imputados casi todos y ya ves… ¡aquí seguimos!

- Pues a mí me tienes que dar una serie de garantías, porque yo no me quiero arriesgar

- ¡Bueno, ya sabes! la única garantía que te puedo ofrecer es que te supervise Lisardo, así que tú allá.

- A Lisardo no lo puedo tener al lado después de todo lo que se ha formado con esa multitud exigiendo su dimisión.

- Tú decides

- Pues sintiéndolo mucho tengo que dimitir de ese puesto. ¡Nunca creí que me iba a sentir tan ninguneada como ahora mismo!

- Esther, no te enfades. Todo esto es política, y de estas experiencias se aprende.

- La verdad, Crispina, es que con pensamientos como los de Alexis y los tuyos mismos, entiendo cada vez más a esta gente.

- Esther, prepara la carta de dimisión para que quede constancia de tu renuncia.

- Ahora mismo me pongo a ello. No voy a tardar nada, ya que me has aclarado todas las dudas que tenía.

- ¡Adiós Esther! ¡Cierra la puerta cuando salgas!

- ¡Adiós, señora alcaldesa!

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